Introducción a la modalidad

En este post veremos los cuatro modos que llamamos gregorianos o eclesiásticos. Aprenderemos también a distinguirlos de los modos griegos antiguos, que en realidad no se utilizan en música clásica. Por último comentaremos al menos un ejemplo de cada modo.

Hay que saber que, aunque los nombres que emplearemos de dórico, frigio, lidio y mixolidio vienen de la Antigua Grecia, un rápido vistazo a esos modos tal como se supone que se empleaban en época de Platón revela un par de cosas interesantes: en primer lugar, que se trata de escalas descendentes, lo que contradice lo que solemos mostrar nosotros como escalas, que son ascendentes.

En segundo lugar, aunque que las notas empleadas son las que corresponden con nuestra escala de Do mayor, o teclas blancas del piano, la nota inicial de cada uno de los modos o “tónica ” no corresponde a la tónica del mismo modo posterior. Y es que los modos gregorianos emplean el mismo nombre, pero para referirse a escalas ascendentes con tónicas en re, mi, fa y sol, respectivamente. O sea, que el modo dórico griego empezaba en mi y era descendente y el gregoriano empieza en re y es ascendente.

Cómo y por qué se produjo esta confusión es largo de contar, así que nos conformaremos con recordar que en un momento dado a inicios de la Edad Media se quiso dar autoridad a lo que se venía haciendo en la música cristiana primitiva, y por eso se tomaron los nombres griegos, que para ellos representaban el saber antiguo. Pero cualquier parecido entre los antiguos modos griegos y los eclesiásticos es mera coincidencia.

Los cuatro modos gregorianos

Pasemos entonces a estudiar los modos gregorianos o medievales, que son estos, y que se emplean en Europa hasta bien entrado el Renacimiento.

Para acabar de liarlo, resulta que para distinguir estas escalas de las griegas originales, los musicólogos sugieren los nombres de protus, deuterus, tritus y tetrardus. Y distinguen, para cada uno, entre una versión auténtica y otra plagal.

Como nuestro objetivo es conocer estas escalas o modos en nuestra música clásica, quedémonos con estos nombres asociados a estas tónicas.

Estas escalas no deberían tener alteraciones. Es decir, cuando los compositores a partir de 1850 empiezan a hacer uso de estos modos lo hacen para dar variedad, por lo que aquello que interesa es percibir la interválica de cada uno, que quedaría confusa si se emplean alteraciones. Eso sí, cualquier modo o escala se puede transportar, y entonces harán falta las respectivas alteraciones accidentales para mantener la interválica interna.

Por eso, creo que resulta muy útil comparar estas escalas con nuestros familiares modos mayor y menor. Así, el dórico se parece a un modo menor natural -aunque hemos visto en este video que ésta no tiene nada de “natural”, sino que más bien constituye lo que llamamos modo eólico- con el sexto grado alterado ascendentemente. El frigio es como un modo menor pero empezando en la dominante (por eso tiene relación con la Sexta Napolitana), el lidio como un modo mayor con el cuarto grado alterado ascendentemente, y el mixolidio como un modo mayor sin sensible, con el séptimo rebajado o subtónica.

Un buen recurso nemotécnico es tener presente que la moderna tonalidad mayor y menor corresponde a los modos de do y la que están como enmarcando los modos antiguos, que van de re a sol. La palabra dórico empieza con d, que es la letra que representa al re. Frigio tiene como vocal acentuada la i de mi. Mixolidio tiene el sol (como si pensáramos en “mic-SOL-lidio”). Y el lidio es el restante modo de fa (o sea, el que “FA-lta”).

Antes de pasar a la música, aclarar que escala y modo se emplean a menudo como sinónimas, sobre todo para no caer en redundancia, pero creo que es bueno establecer esta diferencia: una escala es una colección de notas concretas, mientras que un modo es una escala con una nota mas importante que las demás. O sea, con una tonica.

Ejemplos musicales:

Veamos algunos ejemplos.

En esta melodía del oboe en Fa menor, el re debería ser bemol, por lo que no tiene mucho sentido tonal ese re natural. Y casi más importante, el mi debería ser natural, para funcionar como sensible, pero lo hallamos bemol.

Dórico: Gustav Holst, Segunda suite para banda militar.

Aunque no tengamos aquí la armonía, este re tampoco se justifica porque sea necesario para obtener un acorde como una dominante secundaria o un préstamo.  Así que es evidente la intención modal. Vamos, que la melodía está en modo dórico transportado a fa.

Deja que te dé esta pista: como los buenos compositores saben que el oyente tiende a percibir la música como está acostumbrado, la tonalidad puede acabar imponiéndose. Por esto es frecuente que, para dejar clara su intención de emplear una de estas escalas o modos, utilicen elementos como una armonía estática o una nota pedal, para que no dejar posibilidad de duda. Si escuchas el pasaje, la melodía está soportada por un fa grave mantenido durante varios compases como pedal (https://youtu.be/04U-PQuDq-s?t=257).

Un buen ejemplo del modo frigio puede ser esta pieza de Anton Bruckner para coro, el Vexilla Regis. El análisis es bastante fácil porque el modo estaría sin transportar, sobre el mi original. Y sabemos que es el modo porque no hay armadura y la nota y acorde inicial y final tiene una fundamental mi y, al menos aquí, un sol natural.

Frigio: Anton Bruckner, Vexilla Regis

No abundan los ejemplos del modo frigio puro, porque como he dicho antes, éste se parece a un modo menor empezando por la dominante, por lo que es muy frecuente que el sol aparezca sostenido, como sensible de la menor, y por lo tanto tengamos mas bien la escala andaluza o hispano-arabe.

Modo lidio: en el primer lied de esta obra de Edvard Grieg tenemos un Sol M clarísimo desde el principio. Sin embargo, a partir de cierto punto el do es sostenido. Y de nuevo hay un ostinato sol-re que impide que esa nota se pueda tomar como dominante de la dominante, o como una modulación a Re M. Hace función de algo así como una soga que aguantara un globo para que este no se escape. Así que, al menos a partir de ahí el modo lidio sobre sol es claro.

Lidio: Edvard Grieg, Siete canciones infantiles, op. 61, nº. 1. El Océano

Mixolidio: Bela Bartók, Mikrokosmos, nº. 40 (“En estilo yugoeslavo”)

El ostinato mi-si – mi -si sugiere mi Mayor, pero el pianista sabe que la armadura tiene tres sostenidos, no cuatro. El oyente no se entera hasta este re natural que tenemos ese modo mixolidio sobre mi.

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