La música occidental cuenta con numerosos compositores que han utilizado acordes de manera tan particular que se identifican con su estilo de forma inmediata. Uno de los más reconocidos es el acorde Tristán, creado por Richard Wagner en su ópera “Tristán e Isolda”.
El acorde Tristán es la primera sonoridad vertical de la ópera, en el compás dos, y está compuesto por las notas fa, si, re# y sol#. A partir de ahí, este acorde, ya sea transportado o no y en diferentes estados, se repite a lo largo de toda la obra.
El acorde Tristán
Como los acordes se construyen por terceras, la fundamental del acorde parece ser el sol#. Lo que pasa es que entre el re# y el fa hay una tercera disminuida, mientras que lo normal es que las terceras que aparecen diatónicamente sean mayores o menores, nunca aumentadas o disminuidas, por lo que no está nada claro que el sol sea la fundamental.
La explicación más sencilla es que el sol# funciona como una apoyatura, que al resolver en él la forma una sexta aumentada francesa. Además, así funciona, porque efectivamente después viene un acorde de séptima de dominante, que es la resolución natural de la sexta aumentada.
La cuestión es que una apoyatura suele durar más o menos lo mismo que la nota real a la que adorna, pero casi nunca cinco veces más como aquí. Resulta que si algo puede percibirse de una manera sencilla no lo hace de una manera complicada. Así que, como el acorde puede oírse así, enarmonizado,
y así sí que es un acorde clasificado y además una apoyatura tan larga facilita que el oyente se acostumbre a esa sonoridad, la ambigüedad está servida. ¿El acorde Tristán tiene un sol# o un la b? No hemos de olvidar que una cosa es la partitura y otra muy distinta es la música.
Se comprende que el acorde haya derramado ríos de tinta y hasta motivado a grafiteros.
Vincent d’Indy cuenta que Berlioz, compositor de la Sinfonía Fantástica y presente en el estreno de la ópera, al oír el acorde chilló.
Pero aún hay más. Tal como está escrito al inicio el acorde se hallaría en la menor. Como lo hemos enarmonizado antes, pertenecería a sol bemol mayor o a mi bemol menor. Todavía cabe otra explicación. Si enarmonizo dos notas en lugar de tres (dejamos el si como está) tendríamos otro acorde no clasificado, formado por cuartas, pero de la tonalidad de do menor…
Así que tenemos que el acorde Tristán es un acorde que oficialmente no existe (recordemos que el sol# es una apoyatura), pero que a la vez puede pertenecer a cuatro tonalidades.
A la típica pregunta que a veces nos hacemos en análisis de si esto es algo que nos hemos sacado de la manga o el compositor lo sabía, hay que decir que, en este caso al menos, Wagner es muy consciente de estas cuatro posibilidades. Te lo voy a demostrar con ejemplos extraídos de la obra (aunque pueden estar transportados para facilitar la comparación):
1. Como apoyatura de una sexta aumentada: al inicio.
2. Como séptima de sensible de Sol bemol mayor, función de V:
3. Como segundo grado de mi bemol menor. Realmente estaríamos en mi bemol mayor, pero el acorde Tristán se utiliza como préstamo. Recuerda que en modo mayor se puede emplear prácticamente cualquier acorde propio del tono homónimo. Después de él, viene una novena mayor de dominante:
4. Como acorde no clasificado de do menor. Es verdad que aquí el autor ha escrito sol sostenido, pero en el acorde siguiente es evidente que estamos en do menor.
En resumen, el acorde Tristán es un elemento musical único y distintivo, utilizado por Richard Wagner de una manera muy particular en su ópera Tristán e Isolda. A pesar de que su fundamental no está claramente definida, el acorde se utiliza de diversas maneras en la obra, lo que hace que pueda ser considerado como perteneciente a cuatro tonalidades diferentes. La ambigüedad y misterio en torno a este acorde ha sido objeto de interés para muchos músicos y expertos en música, lo que demuestra su importancia en la música occidental.
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Nacido en Valencia en 1975, Miguel Gironés es un destacado músico y docente con una sólida formación en diversas especialidades. Comenzó su educación musical a la edad de 10 años, y desde entonces ha estudiado violín, piano, órgano, musicología y composición.
En 2002, logró aprobar las oposiciones en la especialidad de Fundamentos de Composición, lo que le permitió consolidar su carrera como músico y docente. Además, obtuvo el Máster en Música por la Universidad Politécnica de Valencia, donde publicó parte de su tesis como artículo en la Revista Quodlibet en febrero de 2010, editada por el Aula de Música de la Universidad de Alcalá de Henares.
Actualmente, Miguel Gironés se desempeña como profesor de Análisis en el Conservatorio Superior “Joaquín Rodrigo” de Valencia, donde comparte su vasta experiencia y conocimiento con una nueva generación de músicos en formación. Su dedicación y pasión por la música son una fuente de inspiración para sus estudiantes, y su compromiso con la excelencia académica lo convierten en un referente en el mundo de la enseñanza musical.
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